miércoles, 18 de marzo de 2015

Gente en la noticia: Carlos Núñez y su Picasso

por Héctor Vernengo

NUÑEZ, CARLOS. Carlitos para los íntimos y hoy para un pueblo. Hace muchos años  se inició de mozo en la Hostería Bella Vista, allá en el camino a Piriápolis, donde hoy Carlitos es famoso. Trabajó años en ese oficio, tuvo un emprendimiento en el centro de Piriápolis, con el mismo nombre que su establecimiento actual, que le sirvió de experiencia para darle vida a ese portento gastronómico que es hoy Picasso, para muchos un 5 Estrellas. Hoy un restorán de fama generalizada que se ha ganado un espacio donde nadie podía imaginarse -¡a ocho cuadras de la Rambla!-, en un entorno de chalets tranquilos y familiares, y en un chalecito si se quiere modesto. Carlitos arrancó allí hace 20 años, y poco a poco se transformó en ese hito, hoy inconmovible. Arrancó con una hinchada como habría querido el propio Piria, porque contar con una tríada como la que integraban Eduardo Galeano, El Tola Invernizzi y “El Rengo” Pinio Ungerfeld, fue como nacer santificado. Dudaron en el nombre y estuvieron por ponerle “Los Cuatro Gatos”, en recuerdo del auténtico Picasso,
pero finalmente prefirieron el del propio malagueño. Carlitos, envuelto en ese ropaje tan modesto y cómodo, siempre de una blancura inmaculada -tal como se ve en la foto-, ha marcado junto al fuego esa forma de preparar el pescado, que ya ha trascendido fronteras, porque tiene un equipo de propaganda que ni Claudio habría podido suministrarle, ya que la recomendación corre como reguero, y hoy por hoy hay que pedir hora para lograr mesa. Sin él saberlo le apareció gratuitamente una recomendación en una guía turística como Lonely Planet, la mundialmente célebre revista australiana de viajes, y su fama internacional se ha hecho notoria, lo que es patente en muchas  mesas de turistas y buenos gourmets. Allí además -y por añadidura-, hay una oferta gastronómica completa y acorde, apoyada por un contingente también orgulloso, que atiende hasta el detalle y de buen tono, todo lo que se le requiere. Y Carlitos no es capaz de mentirle a nadie, y a través de sus famosos acompañamientos del pescado pone de manifiesto sus preferencias ideológicas y partidarias, Y también, muchas veces y estentóreamente, su amor por Nacional, el gran equipo uruguayo. Dos amores que compartimos siempre. Empezamos a querernos sin conocernos, y por mentas. Y hoy él, sonriente, me acusa de bocinear en las noches desde una ventana, cuando estuvimos juntos -y sin vernos nunca-, en Libertad, aquella cárcel de la ignominia. Hoy, con mucho andar a cuestas está consolidado, y hasta uno puede imaginarlo de riñón cubierto. Es muy lindo arrimarse y encontrarse con tanta gente, como por ejemplo el Profe Piñeyrúa; el propio Piñe, seguramente gastando un préstamo de Creditel; con alguno de los Leis o con el escribano Zeballos; o como la otra noche con Guillermo Stirling, y con tanta gente querida. Y para rematar te cuento lo modesto del precio, ante  la calidad y contundencia de todo lo que allí te ofrecen, escuchando por añadidura un buen tango. Abierto todo el año y sin aflojar.  Vale Carlitos, eso que has creado, un verdadero rincón para los afectos, a los que les gusta expresarse ante una buena mesa.

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