MUCHO PÚBLICO
ACOMPAÑÓ OTRA FIESTA DEL CARNAVAL MINUANO
Desde el callejón
frente a la Catedral arrancó el desfile, dando dos vueltas a la plaza Libertad,
encabezado por el carro alegórico construido en el Centro Penitenciario de
Campanero por los privados de libertad de ese centro y de la cárcel de Minas,
el que lució majestuoso por su diseño, colores y llevaba además a las
jovencísimas reinas de las comparsas Los Amigos y Cruzadera.
A la alegría de
los adultos se le sumó la de los niños con el desfile del grupo infantil de la
comparsa La Filarmónica, poniendo ternura y arte a la noche carnavalera.
Cerró el corso la
agrupación de negros y lubolos Los Amigos, poniendo ritmo, color y muchos
integrantes al servicio de la fiesta, con una cuerda de tambores vibrante,
sonando con mucha fuerza -se robaron muchos aplausos los niños muy chiquitos
que encabezaban la cuerda-, sorprendió que las vedettes no desfilaran con el
atuendo que las caracteriza -lo hicieron con ropa común-, pero seguramente será
para guardarse para el desfile y competencia de comparsas del sábado en avenida
Varela, donde ahí sí pondrán toda la carne en el asador.
MÚSICA
Luego de las dos
vueltas a la plaza la chata fue estacionada frente al Banco República y realizó
un toque la orquesta, con la cantante Dahiana Aparicio que deleitó con
canciones brasileñas.
Volver a realizar
el corso era una apuesta compleja, y lo hizo muy bien la
Comisión de Carnaval. Fue breve y cauteloso, pero de calidad, convocó a mucho
público, y generó una fiesta importante más, en una ciudad a la que le cuesta
integrarse y sentir el carnaval con alegría, con expresividad -muy poca gente
se animó a bailar al paso del desfile o con la orquesta-. A su vez es un evento
de costos altos y que exige mucha dedicación organizarlo. Irá creciendo, como
lo han hecho otros eventos del carnaval minuano.
Hubo fiesta,
color, alegría, disfrute, hubo carnaval.
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