viernes, 12 de octubre de 2012

Jorge Díaz: “La Ley de Caducidad se transformó en letra muerta”

Ayer publicamos la primera parte de la entrevista realizada al doctor Jorge Díaz, Fiscal de Corte, quien el miércoles estuvo en Minas. Allí expresó su opinión sobre la “impostergable necesidad de reformar y transformar el Código de Proceso Penal uruguayo, porque no cumple con los estándares internacionales exigidos por los modernos Tratados de Derechos Humanos”; el crecimiento de la delincuencia en Uruguay, su posicionamiento sobre la droga, “elemento distorsionante en cualquier sociedad, (…) pero es un problema de salud que debe ser atendido como tal. El problema, es el narcotráfico”. Le recordamos su posición sobre la legalización de la marihuana, “no es posible que un país pequeño como el Uruguay, pueda hacer una modificación de esa envergadura sin coordinarlo con los demás países a nivel internacional”. Reconoció que “estaría de acuerdo en recorrer el camino del autocultivo. Me parece mucho más realista. Pero es mi opinión personal”. 

Respecto a los crímenes de lesa humanidad, ¿cuál es su opinión, sobre todo con el marco de la Ley de Caducidad?

La posición de la Fiscalía de Corte es que hay que aplicar la sentencia del caso Gelman. La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado uruguayo por violaciones a los Derechos Humanos, y le impuso al Estado uruguayo la obligación de investigar, de no aplicar la Ley de Caducidad, de no aplicar las normas de prescripción o cosa juzgada. El planteamiento sobre la inconstitucionalidad de la ley de prescripción, en el dictamen de la Fiscalía de Corte, es que esa ley no corresponde aplicarla. Lo que hay que hacer es cumplir con la sentencia del caso Gelman. Se ha afirmado -a nuestro juicio equivocadamente-, que la sentencia del caso Gelman tiene efecto solo para ese caso, cuando en realidad tiene efectos generales, y de hecho hoy no hay ningún delito comprendido en la Ley de Caducidad. Luego de la decisión del presidente (José) Mujica de anular los actos anteriores, la Ley de Caducidad se transformó prácticamente en letra muerta.

¿Qué sucede en el Uruguay con la trata de personas?

Es un fenómeno que está bastante más cerca de lo que nosotros creemos. Hay algunos enjuiciamientos y, hasta donde yo sabía, investigaciones en curso. La trata y el tráfico, ambas hipótesis, están mucho más cerca de lo que nosotros creemos, sobre todo la trata sexual. En el libro “El huevo de la serpiente”, de María Urruzola, luego en la película “En la puta vida”, se reflejaba un caso concreto de trata. Lo que sucede es que en ese momento no existía el delito de trata.

Habrá un plebiscito para bajar la edad de imputabilidad. ¿Cuál es su opinión?

Como soy un funcionario del Estado, he decidido formalmente mantenerme alejado del debate político. Hay discusiones de naturaleza política planteadas, un proceso de reforma constitucional en trámite, en tanto fui designado por el presidente de la República, y con venia del Senado otorgada por unanimidad de sus componentes, es mi función comportarme no como un funcionario de gobierno sino como un funcionario del Estado, que además va a trascender este gobierno, porque este gobierno termina y yo sigo, y recién termino mi mandato en el tercer gobierno. Tengo que mantener un relacionamiento correcto con todas las fuerzas políticas.

¿Técnicamente podría decirnos si bajaría o no la criminalidad?

No tengo una opinión clara al respecto. Habría que estudiarlo. Si bien mi fuerte es el Derecho Penal, no soy un experto en el tema, estuve durante demasiado tiempo haciendo otras cosas. Habría que hacer un estudio más fino de la situación. En definitiva va a ser el ciudadano el que lo va a decidir. No siempre el endurecimiento de las penas determina el resultado deseado. Es un fenómeno complejo y como tal exige respuestas complejas. Si uno se conforma con tomar una sola medida, seguramente el resultado no va a cambiar. Hay que analizar el fenómeno en su conjunto, hay que discutirlo seriamente y hay que tomar medidas, aplicarlas, esperar los resultados, y si no funcionan, tomar otras. Lo que no existe es un efecto mágico.

¿Dónde está el quid de la cuestión? Los operadores de Derecho muchas veces se quejan que quienes hacen las leyes no cuentan con todas las herramientas como para hacerlas de la mejor manera para la sociedad en que vivimos…

Los parlamentarios están preparados. Además, los elige el pueblo.

El pueblo también se equivoca…

Sí, pero es el único que tiene el derecho a equivocarse. Nosotros, no. Hay que ser sumamente respetuosos de la voluntad popular. Los parlamentarios son los únicos representantes directos de la ciudadanía y allí están representadas todas las opiniones. No creo que sea un tema de calidad de leyes. Es mucho más complejo, más profundo. Y le diría más: hay cuestiones de seguridad que ni siquiera tienen que ver con el Derecho Penal. El Derecho Penal no nace para resolver cuestiones de seguridad. Quien crea que el Derecho Penal resuelve cuestiones de seguridad está equivocado. Nace para limitar el poder del Estado frente al individuo, no para hacer más eficaz al Estado. Porque en la época del absolutismo no se necesitaba Derecho Penal. Venía el rey y se terminaba la historia. O sea, el Derecho Penal, por definición, es inoperante para resolver problemas sociales. Por eso se dice que debe ser el último reducto antes de agotar toda la batería de herramientas. Aquí hay problemas de educación, culturales, que no resuelve el Derecho Penal. Hay que trabajar y mucho en otras áreas, en procesos a largo plazo, porque los procesos de degradación también lo fueron.

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