lunes, 30 de marzo de 2020

Natalia Montero: “Pintamos juntos, por que el arte es para todos”


PINTAR ENTRE TODOS TIENE UN EFECTO DE CONSOLIDACIÓN GRUPAL, GENERA UN GRAN COMPROMISO Y ALIVIO” 
En estos tiempos de reclusión o cuarentena, al hacerle una nota vía mail a Natalia Montero, ella no tuvo mejor ocurrencia de contestarlas aunando su vida, su trabajo y su pasión por el arte. Contó que nació en Minas hace 46 años, vivió en la calle Centenario, entre Batlle y Brígido Silveira,

junto a sus padres -Jorge Montero y Libia Gorgoroso-, y destaca que fue “una época linda, simple, cerquita de mis adorados abuelos maternos, Antonia y Rudecindo, hasta que llegó mi hermano Juancho, varón, futbolista, ruidoso, rompiendo el equilibrio, hasta que logramos uno nuevo. El barrio, la cuadra, era una extensión del hogar y allí en la calle, jugábamos hasta tarde los días de calor mientras los adultos conversaban sentados en la vereda en las sillitas del comedor, algunos cenaban y hasta nos convidaban con sus preparaciones caseras, impensado otra procedencia.

COMPARTIR 
Resalta en su relato que las meriendas eran un día en casa, tres días en la casa de las amigas, turnos rotativos pero sin descanso: pan, manteca, dulce de leche, Noel y Lara, María, Olga, Daniela. Si nos tocaba la casa de Olga seguro había torrejas y gofio, nunca más comí eso. O la alegría de los bailes callejeros, desfiles de carnaval, kermeses inventadas en el patio de Calú y Ernesto, siempre dispuestos a cuidarnos, por no decir bancarnos a todas, el piano de Ana, el yoghurt en botella en casa de Pirula, que traía Helios de la gran Confitería Madrid, y la peluquería de Bety, lugar de incontables tardes bajo el enorme secador. Mirábamos tele después de las cinco y sólo los días fríos o lluviosos, las noches eran de Señorita maestra y los sábados hasta el mediodía Cacho Bochinche y Ultraton.

AQUELLA ESCUELA DEMOCRÁTICA 
Recordó su pasaje por la Escuela Nº 8, una escuela preciosa que nucleaba a todos, al hijo de la maestra, del doctor, del albañil y del panadero. Todos jugábamos en el mismo patio y a nadie se le ocurría pensar que alguien no comiera. Era, desde mi óptica, un mundo abierto, solidario, amigable.
¡Fue una infancia tan feliz! Me encantaría que mis hijas vivan de esa manera, libre, seguras, felices, contenidas, en esa extensión de la familia que era el barrio y sus familias, tan cercana como la consanguínea.
Fue este recuerdo que impulsó mi vuelta a Minas, el haber crecido con libertad y confianza.

EMIGRAR 
Montero se fue a los 18 años a estudiar a Montevideo. Pasó por las facultades de Química, Ingeniería, Bellas Artes y Humanidades. Siempre me gustó estudiar, soy curiosa, inquieta. Me gradué como licenciada en Artes y luego de museóloga, profesiones que amo y disfruto todos los días en mis distintas ocupaciones.

 Natalia Montero, con desparpajo y alegría, cuenta que conoció a Horacio Todeschini, su marido “en la puerta de la casa de un amigo en común, nuestro amigo no estaba y nos quedamos charlando. Al tiempo nos volvimos a ver, era una época muy divertida, los fines de semana en Montevideo la pasábamos entre cumpleaños, fiestas o varietés. Se organizaban shows donde cada invitado preparaba uno o más números que podían ir desde canciones, performances, ¡siempre cenábamos! Y reíamos mucho. Empezamos a salir por allá en el 2002, año inolvidable, y después de un tiempo decidimos formar esta familia. Vinieron Olivia, que cumple 11, y Violeta, que cumple 9. Nos casamos un 24 de marzo, si me apuras no me acuerdo el año, un 25 de marzo nació Oli y el 26 de marzo dos años después, Violeta”.


CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO 
Al preguntarle cómo se vinculó con el arte, Montero señaló que “sin querer queriendo me fui vinculando en forma tangencial al mundo de la educación, trabajé en el departamento educativo del Museo Torres García, después de una larga pasantía honoraria, y un mes en el Museo Figari, como pasante en unas vacaciones de invierno. Descubrí esa posibilidad infinita de la transformación a través de la educación. Experimenté la conexión intransferible con palabras con el otro, a partir de la práctica artística en el museo. En la educación artística se da una construcción del conocimiento en forma bidireccional y sin el otro, no es posible”.

ESOS LOCOS BAJITOS 
Hay un trabajo constante con los niños, y explica Montero que “los niños son un territorio fértil, amplio, vacío de prejuicios, infinito, y siento una gran responsabilidad al elegir los contenidos de mis talleres, elijo con cuidado pero sin subestimar. Comencé a dar talleres para niños en Médanos de Solymar, orientados para visitar museos. Creo firmemente en esta unión pedagógica: escuela-museos. La educación formal y la no formal son o deberían serlo, aliados estratégicos”.

RESPIRAR DIFERENTE 
Apasionada docente, señaló que “trabajar con la obra original, trabajar en el museo, es respirar diferente. Observar la pincelada, la huella, el rastro del artista, nos ubica y nos refleja. Pasados los años llegaron propuestas de trabajo en entidades educativas públicas y privadas, y un recorrido que ha ido mejorando año a año. Me preocupa la calidad, claridad y contundencia de los contenidos”.

ENTENDER Y RECREAR CULTURAS 
Disfruta la experiencia de trabajar en talleres de arte, y puntualizó que “el taller de arte no es un taller de manualidades, no te imaginas las veces que lo digo. En el taller de arte estudiamos a los artistas, sus vidas y obras, es un gran laboratorio de ideas, de colores y de formas. Es un espacio para entender y recrear culturas. Creo firmemente en esta metodología y la defiendo enfáticamente. Nadie sale artista de mi taller, salen personas más curiosas y atentas”.

ARMAR Y DESARMAR 
Agrega que cuando tomaron la decisión con su familia de vivir en Minas, al inscribir a sus hijas en el Instituto Integral, porque su madre es docente allí, ese mismo día le ofrecieron trabajo. El colegio carecía de educación en artes visuales y aceptó inmediatamente. “Presenté un proyecto ‘Arte para armar  y desarmar’, que nos llevó por la vida y obra de Keith Haring, Piet Mondrian, Torres García, la cultura egipcia, los impresionistas y el año pasado al gran Picasso”.

¡AY PICASSO! 
Y llegó Picasso a la vida de Montero y de los niños. “Pasamos por el hip hop, el jazz y el flamenco en cada cierre. Fue una experiencia increíble, ¡te lo cuento y me emociono! Desde jardinera a sexto recorrimos en un año -un año fue lo que nos llevó este artista- la vida y la obra de este señor tan peculiar que vivió tantas cosas y muchos años. Planifiqué estudiar a Pablo porque venía su muestra al Uruguay, me parecía una oportunidad única y necesaria. Todos mis grupos fueron a la muestra y me llena de alegría recordar la experiencia. En ese momento también estaba trabajando con los escolares del colegio Bilingüe, y aceptaron de muy buena manera la visita. Habíamos estudiado tanto ‘a Pablo Ruiz’, dijera Santino, un niño de jardinera, que teníamos que hacer algo con lo que sabíamos y con los productos materiales que se produjeron en el proceso. Fue así que se organizó la muestra en Casa de la Cultura con visitas guiadas por los propios niños, a pesar de los inconvenientes que tuvimos por ser ésta una institución muy mal gestionada, la experiencia resultó increíble. Verlos desplegarse por la sala explicando las distintas relaciones expuestas, fue un gran momento mágico. Los niños aprenden con ganas, divirtiéndose y manteniendo su óptica reflexionada”.

“EL ARTE ES VIDA” 
Al consultarle cómo ve el arte en general, Montero responde con una respuesta de una alumna: “Al finalizar el año, usualmente realizo una evaluación escrita. Una niña de 5º año, Romina, escribió: ‘Arte es una forma de describir la palabra vida’. No puedo agregar más nada, quizás por este motivo me encanta trabajar con niños. El arte es transformador. El arte es vida”.

ARTE COTIDIANO 
Respecto al taller de Arte Cotidiano, señaló que “la idea radicaba en intentar llevar a los objetos de la vida cotidiana un alto contenido estético. Muebles grandes fueron intervenidos en su totalidad, espacios que se transformaban sólo con ellos, pintados como murales. Luego comencé a pintar cosas más pequeñas por que eran más fáciles de comercializar. No creo en la distancia -conveniente para algunos-, del mundo terrenal y el de las bellas artes. El arte debe estar en función de la gente, debe hacernos pensar, reflexionar, pero también debe embellecer nuestra casa, nuestra ciudad, nuestra vida. Trasladamos algunos diseños a distintos soportes y fue así que estampamos manteles, servilletas, almohadones, nos dedicamos un tiempo en una línea de juegos para niños con hamacas, de todo tipo, casitas de muñecas, estacionamientos, zancos, etcétera. Hablo en plural, por que ya en este momento el taller había crecido bastante y Horacio comenzó a trabajar conmigo como diseñador. Todos los diciembres exponíamos y vendíamos en la feria nocturna más linda que es la de Ideas +, una experiencia preciosa que nos hizo conocer mucha gente. El taller se asoció a Ruta 10 y viajó hasta París en un par de oportunidades, a la Foire de París un evento de modas importante. También desfilaron en la Montevideo Fashion Week, las mismas carteras pintadas a mano, experiencia esta que no fue muy grata (risas). De a poco uno va eligiendo qué hacer, dónde quedarse, en qué hacer énfasis. Soy muy afortunada en poder elegir y me siento muy agradecida por ello”.

MURALES 
El surgimiento de la realización de murales contó Montero que es “mezcla de mi tarea docente y artista. Pese a mis largas interrogantes con respecto a sus sentidos, su uso y a pensarme como tal, comencé con los murales en las instituciones que trabajaba. Siempre con los estudiantes, creo firmemente en la tarea de involucrar a la comunidad en el hecho artístico. ¡Todos podemos pintar! Pinté murales en la UTU de Solymar y de Atlántida,  Colegio Salesiano de la Costa, Colegio Santa Elena de Lagomar, y en Minas en Club Sparta, en el Instituto Integral, en la Escuela 104, en la Escuela 63, fue muy lindo además de mural pintamos en el comedor las mesas y los bancos. Se transformó radicalmente el comedor y los niños almuerzan y meriendan en un espacio transformado por ellos y para ellos y lo conservan muy bien, muestran orgullosos su obra. ¡Me encanta! Esta es la apropiación que me interesa. Este es el territorio del arte que estoy encantada de transitar. Conmover para cohabitar mejor”.

OTRA EXPERIENCIA REMOVEDORA 
Recuerda emocionada otra experiencia hermosa: “También diseñamos con los niños de la Escuela Especial 108 la escenografía para su festival de cierre, fue una experiencia removedora, mis prácticas fueron revisadas, adaptadas para este trabajo, mi experiencia se enriqueció, fue muy difícil y por momentos triste, pero lo logramos y cuando un niño de aquellos pasa y me saluda con ese afecto único, me conmueve hasta el infinito”.

TRANSFORMAR EL ESPACIO 
Su posicionamiento frente a la creación lo define así: “Me gusta pintar cuando puedo transformar un espacio, influir en una comunidad, cambiar un punto de vista y hacerlo en compañía. Hay una pintura comunitaria que hoy está en el RAP de Minas, la doné luego de pintarla en ‘Minas Muestra’ con todos los que quisieron participar. No me gusta firmar, es una vieja costumbre, rara vez uso mi nombre. El cuadro que está en la RAP dice ‘Montero+comunidad’. Dudé horas antes de escribirlo, es algo para pensar (risas). Aprovecho y me encantaría agradecerles a Verito Suárez, Carmen Márquez, Sonia y Carlos Gasagoite, siempre presentes en estas aventuras colectivas, a todos los niños del taller de Amigos del Arte, y a mis queridas ‘Alucnas’ del taller de grandes, trabajadoras incansables. Pintar entre todos tiene un efecto de consolidación grupal, genera un gran compromiso y alivio. Pintamos juntos, por que el arte es para todos”.

UN INMENSO LEGADO 
Agregó que “con respecto a Amigos del arte, es una experiencia linda. La casa taller es un espacio maravilloso en amplitud y posibilidades, las veteranas son muy trabajadoras y me encantaría que fuera más fácil para ellas. Intentan llevar este legado con firmeza, a veces se les complica.
Este año, si logramos abrir, mis talleres serán los sábados sólo para niños.
Para los adultos me gustaría implementar un taller mensual de historia del arte, presentando y estudiando artistas, poder organizar salidas a muestras y rodearnos de arte y más arte”.

¡OH EL COLOR! 
El trabajo de Montero se basa en la solidez creativa al unir el dibujo y el color. Al respecto la artista dijo que “no logro separar el dibujo del color, son para mí algo indisoluble. El color impregna, baña y recubre. Normalmente uso paletas altas, vibrantes, el contraste de complementarios es mi favorito, junto con los dameros en blanco y negro. Es una influencia directa de uno de mis artistas favoritos, el austríaco (Friedensreich) Hundertwasser, el del nombre inventado y fundamentalista de la línea y el color. Una vez que llegó a mí vida transformó mi forma de producir, de ver y de enseñar. Busco la geometría por comodidad y seguridad, la simetría y la sencillez de la forma me complace, se vuelve funcional en casi todos mis diseños”.

PLUMA SINTÉTICA Y ASTUTA 
Al preguntarle cómo fue la experiencia de armar-editar el libro “Asoleao” de Juan Caraballo con Todeschini, con un dejo de tristeza Montero dijo que “hace unas semanas se fue el gran Papusa. Tuve la enorme fortuna de organizar junto con mi viejo y Horacio una muestra de su obra gráfica. Fue un trabajo entre risas y más risas, divertido y arduo. Papusa fue un trabajador incansable, teníamos mucho material y muy desordenado. Fuimos construyendo un relato, decidiendo qué mostrar. Luego vino el cómo y definitivamente un resumen impreso, que quedará para volver cada vez que tengamos mucha ganas de reírnos de nosotros mismos, gracias a su pluma sintética y astuta”.

“NO ALCANZA CON PINTAR LOS VIERNES, ESO NO ES ARTE”. 
Valió la pena escuchar a Montero, y para el final la pregunta fue qué opinaba del arte nacional contemporáneo. Dijo que tengo la sensación “que siempre están los mismos dando la misma vuelta, en los mismos espacios legitimadores de sus propias prácticas. Aunque sin duda hay artistas muy geniales por fuera de estos circuitos, hay que salir a buscarlos y acercarnos a sus vidas y a sus obras. Necesitamos aprender a ver, sin discursos preparados, sacarnos el chip de no sé nada, sensibilizarnos con el medio. Los docentes debemos estudiar y prepararnos. El arte es transformador sólo si lo hacemos desde el conocimiento, la templanza y el amor. La educación formal incluye arte dentro de su currículum, el inconveniente es la deficiente preparación de los docentes, el concepto de arte que maneja cada uno, las cargas horarias, los grupos multitudinarios, los materiales disponibles, los programas ambiciosos pero desordenados, el desconocimiento de la disciplina, la soledad en la que se trabaja. No alcanza con pintar los viernes, eso no es arte”.


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