miércoles, 26 de agosto de 2015

“...írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre...”

La de ayer era una mañana bastante fría en la Plaza Libertad. Poco después de las 10:30 de la mañana, los soldados de la escolta con las banderas ya estaban esperando. Algunos mandaban mensajes de texto a través de sus celulares, la mayoría conversaba, esperando a autoridades y público para el acto oficial por la Declaración de la Independencia, el 25 de agosto de 1825 en la Florida.
Los técnicos y el responsable de prensa de la Intendencia de Lavalleja (IDL), Nelson Hernández, ya tenían todo listo: estrado, sonido, lista de autoridades a saludar al inicio del acto. Poco después comenzaron a llegar a la plaza todos los invitados, para comenzar -con la entonación del Himno Nacional, como es habitual- la actividad puntualmente a las 11.
No estuvo la intendenta Peña -faltó con aviso- pero sí el secretario general de la IDL, Juan Estévez. Estuvieron además los dos diputados del departamento, Mario García (PN) y Javier Umpiérrez (FA), el coronel Leonardo Gularte (jefe del Estado Mayor de la División de Ejército IV, D.E.IV), el inspector mayor Fernando Maguna (subjefe de Policía de Lavalleja), el obispo Jaime Fuentes, el presidente de la Junta Departamental Alcides Larrosa, el presidente de la Junta Electoral Manuel Tejera, las inspectoras de Educación Inicial y de Primaria, Sirley Gutiérrez y Lucila Moreira y autoridades e integrantes del Comité Patriótico y de los clubes de leones y rotarios.


“UN INMENSO PESO COMO LEGADO IDEOLÓGICO”

La edila nacionalista (Lista 58) Gabriela Umpiérrez fue quien pronunció el discurso oficial, en representación de la Junta Departamental. Fue la primera vez en muchos años -o la primera vez desde siempre- que un edil habló en este acto en representación de la Junta Departamental.

Umpiérrez dijo que era “una gran responsabilidad y un gran honor” hablar en el acto en esta fecha, “tan significativa para todos los uruguayos”. “Responsabilidad porque es imperioso ser leal a los hechos, al contexto, y sobre todo a los hombres que lo hicieron posible en un día como hoy hace 190 años. Aquellos que el destino reunió en San Fernando de la Florida, constituían en medio de una situación por demás dramática e incierta, la herencia viviente del legado artiguista. El tiempo y denodados esfuerzos los habían conducido hasta ese momento”.
Según dijo la edila Umpiérrez, el 25 de agosto de 1825, “visto hoy en retrospectiva”, “tiene un inmenso peso como legado ideológico”. “Idea y acción se entrelazan y fortalecen. La empresa heroica de los patriotas de La Agraciada comenzaba a cimentar sus primeros pasos. Desde aquella alborada de abril a la villa floridense, el levantamiento del pueblo sojuzgado fue tomando forma, y a la sombra de la tricolor bandera, un pueblo dormido se alzó en armas, dando con el tiempo y los hechos rumbo definitivo a la revolución libertadora. Revolución que emergía con renovados bríos en la arenga de Libertad o Muerte que Lavalleja y sus valientes arrojaron desafiantes ante el trono de un imperio. Fue aquella una coyuntura de entretejidas vivencias, tiempo de guerra y de organización de los pueblos, tiempo de espadas y de ideas. En tanto el coraje se batía en los campos, fueron convocados los cabildos de la campaña para que enviaran sus representantes con el fin de integrar un gobierno provisional provisorio, que debería administrar los territorios liberados por los patriotas. Este gobierno se constituyó en la Villa de la Florida el 14 de junio de 1825. Ante él, Lavalleja depositó el mando y depuso los hechos que habían jalonado la lucha hasta ese momento. A poco de instalado, el gobierno convocó a los pueblos de la campaña para elegir a los diputados que integrarían la Sala de Representantes de la Provincia Oriental. A pesar del mal tiempo y de la lucha que no cesaba, los diputados comenzaron a llegar a San Fernando de la Florida, y el 20 de agosto quedó inaugurada la primera sesión de la Honorable Sala de Representantes de la Provincia Oriental. Estaba integrada por diputados de Guadalupe de Canelones, San José, San Salvador, San Fernando de la Florida, Nuestra Señora de los Remedios, Rocha, San Pedro de Durazno, San Fernando de Maldonado, San Juan Bautista, San Isidro de las Piedras, Rosario, Vacas, Pando, Minas y Víboras. El presbítero Juan Francisco Larrobla, un hombre de luces, como lo definen Salterain y Herrera, fue elegido presidente de la Sala. Una de las primeras resoluciones de aquella honorable sala fue nombrar a dos diputados que representarían a la provincia en el Congreso de las Provincias Unidas y a Juan Antonio Lavalleja como Gobernador y Capitán General de la Provincia Oriental. Sacrificio, heroísmo y entrega se conjugaron en esos tiempos de guerra. En la Piedra Alta se cruzaron los caminos de aquellos representantes de los pueblos libres orientales, que al decir de Barrios Pintos, el 25 de agosto de 1825, siguiendo la voz de su propia conciencia, no vacilaron en proclamar su voluntad de emanciparse del invasor. Esa voluntad es fuerza incontenible que impulsó a la entrega, si preciso fuera, del bien más sagrado, la vida, que se prodigaría sin vacilaciones para sustentar un ideal que se manifiesta, afirma y proyecta en forma muy especial en la sanción de las tres leyes fundamentales de aquel 25 de agosto”.

LAS LEYES FUNDAMENTALES

“Según referencia también Barrios Pintos -continuó Umpiérrez-, después de las siete de la noche en el humilde rancho de Basilio Fernández, la Honorable Sala de Representantes comienza a sesionar, iniciando su trabajo con la lectura de la Declaración de la Independencia, cuyo texto proclamó la intención de ser libres. La Ley de Independencia consagra la libertad y la independencia de la Provincia Oriental del rey de Portugal, del emperador de Brasil y de cualquier otro del universo, reasumiendo de esta forma la plenitud de sus derechos y declarando 'írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre todos los actos de incorporación, reconocimiento, aclamaciones y juramentos arrancados a los pueblos de la Provincia Oriental por la violencia de la fuerza unida a la perfidia'”.
“La segunda ley fundamental dictada el 25 de agosto es la que declara que la Provincia Oriental quedaba unida al territorio que integraban las demás provincias del Río de la Plata, por ser la libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen, manifestada en testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos. La tercera ley de aquel memorable 25 estableció el pabellón provisorio de la Provincia Oriental, que debía señalar su ejército y flamear en los pueblos de su territorio, hasta tanto que incorporados los diputados de esta provincia a la soberanía nacional, se enarbolara el de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Son estas tres leyes, emanadas de la Sala de la Florida, la que según señala Pivel Devoto recogieron del lodo la soberanía usurpada, siendo en esta reasunción de la libertad, que ha de verse el cuantioso legado del 25 de agosto de 1825, y es esa fuerza de voluntad expresada aquel 25 la misma que alentó al brazo que empuñó nuevamente la espada contra las cadenas de la dominación, la que en tiempos menos belicosos, tomó el arado que abrió el vientre de la tierra para cultivar en ella la simiente generosa del progreso, y la que serenó el espíritu guerrero e ilustró a la pluma que universalizó el conocimiento para abatir los males de la ignorancia y hacernos verdaderamente hombres y mujeres libres. Al comenzar estas palabras dije sentirme honrada de estar junto a ustedes, evocando la magna declaración en la que los orientales reafirmaron su vocación irrenunciable a romper toda clase de tiranías. Que esa vocación de ayer hoy nos renueve en el compromiso ético de estar a la altura de aquellos que sin pedir nada a cambio entregaron lo mejor de sí en pos del bien mayor que hoy nos cobija a todos por igual, y que invocamos con el dulce nombre de Patria. Llevando en el corazón grabados a fuego los versos inmortales del poeta Juan Zorrilla de San Martín”:

Y siempre piensa que en tu heroico suelo
No existe un palmo que valor no emane;
Pisas tumbas de héroes…
¡Ay! del que las profane!

(La Leyenda Patria)  

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