La de ayer era una mañana bastante
fría en la Plaza Libertad. Poco después de las 10:30 de la mañana,
los soldados de la escolta con las banderas ya estaban esperando.
Algunos mandaban mensajes de texto a través de sus celulares, la
mayoría conversaba, esperando a autoridades y público para el acto
oficial por la Declaración de la Independencia, el 25 de agosto de
1825 en la Florida.
Los técnicos y el responsable de
prensa de la Intendencia de Lavalleja (IDL), Nelson Hernández, ya
tenían todo listo: estrado, sonido, lista de autoridades a saludar
al inicio del acto. Poco después comenzaron a llegar a la plaza
todos los invitados, para comenzar -con la entonación del Himno
Nacional, como es habitual- la actividad puntualmente a las 11.
No estuvo la intendenta Peña -faltó
con aviso- pero sí el secretario general de la IDL, Juan Estévez.
Estuvieron además los dos diputados del departamento, Mario García
(PN) y Javier Umpiérrez (FA), el coronel Leonardo Gularte (jefe del
Estado Mayor de la División de Ejército IV, D.E.IV), el inspector
mayor Fernando Maguna (subjefe de Policía de Lavalleja), el obispo
Jaime Fuentes, el presidente de la Junta Departamental Alcides
Larrosa, el presidente de la Junta Electoral Manuel Tejera, las
inspectoras de Educación Inicial y de Primaria, Sirley Gutiérrez y
Lucila Moreira y autoridades e integrantes del Comité Patriótico y
de los clubes de leones y rotarios.
“UN INMENSO PESO COMO LEGADO
IDEOLÓGICO”
La edila nacionalista (Lista 58)
Gabriela Umpiérrez fue quien pronunció el discurso oficial, en
representación de la Junta Departamental. Fue la primera vez en
muchos años -o la primera vez desde siempre- que un edil habló en
este acto en representación de la Junta Departamental.
Umpiérrez dijo que era “una gran
responsabilidad y un gran honor” hablar en el acto en esta fecha,
“tan significativa para todos los uruguayos”. “Responsabilidad
porque es imperioso ser leal a los hechos, al contexto, y sobre todo
a los hombres que lo hicieron posible en un día como hoy hace 190
años. Aquellos que el destino reunió en San Fernando de la Florida,
constituían en medio de una situación por demás dramática e
incierta, la herencia viviente del legado artiguista. El tiempo y
denodados esfuerzos los habían conducido hasta ese momento”.
Según dijo la edila Umpiérrez, el 25
de agosto de 1825, “visto hoy en retrospectiva”, “tiene un
inmenso peso como legado ideológico”. “Idea y acción se
entrelazan y fortalecen. La empresa heroica de los patriotas de La
Agraciada comenzaba a cimentar sus primeros pasos. Desde aquella
alborada de abril a la villa floridense, el levantamiento del pueblo
sojuzgado fue tomando forma, y a la sombra de la tricolor bandera, un
pueblo dormido se alzó en armas, dando con el tiempo y los hechos
rumbo definitivo a la revolución libertadora. Revolución que
emergía con renovados bríos en la arenga de Libertad o Muerte que
Lavalleja y sus valientes arrojaron desafiantes ante el trono de un
imperio. Fue aquella una coyuntura de entretejidas vivencias, tiempo
de guerra y de organización de los pueblos, tiempo de espadas y de
ideas. En tanto el coraje se batía en los campos, fueron convocados
los cabildos de la campaña para que enviaran sus representantes con
el fin de integrar un gobierno provisional provisorio, que debería
administrar los territorios liberados por los patriotas. Este
gobierno se constituyó en la Villa de la Florida el 14 de junio de
1825. Ante él, Lavalleja depositó el mando y depuso los hechos que
habían jalonado la lucha hasta ese momento. A poco de instalado, el
gobierno convocó a los pueblos de la campaña para elegir a los
diputados que integrarían la Sala de Representantes de la Provincia
Oriental. A pesar del mal tiempo y de la lucha que no cesaba, los
diputados comenzaron a llegar a San Fernando de la Florida, y el 20
de agosto quedó inaugurada la primera sesión de la Honorable Sala
de Representantes de la Provincia Oriental. Estaba integrada por
diputados de Guadalupe de Canelones, San José, San Salvador, San
Fernando de la Florida, Nuestra Señora de los Remedios, Rocha, San
Pedro de Durazno, San Fernando de Maldonado, San Juan Bautista, San
Isidro de las Piedras, Rosario, Vacas, Pando, Minas y Víboras. El
presbítero Juan Francisco Larrobla, un hombre de luces, como lo
definen Salterain y Herrera, fue elegido presidente de la Sala. Una
de las primeras resoluciones de aquella honorable sala fue nombrar a
dos diputados que representarían a la provincia en el Congreso de
las Provincias Unidas y a Juan Antonio Lavalleja como Gobernador y
Capitán General de la Provincia Oriental. Sacrificio, heroísmo y
entrega se conjugaron en esos tiempos de guerra. En la Piedra Alta se
cruzaron los caminos de aquellos representantes de los pueblos libres
orientales, que al decir de Barrios Pintos, el 25 de agosto de 1825,
siguiendo la voz de su propia conciencia, no vacilaron en proclamar
su voluntad de emanciparse del invasor. Esa voluntad es fuerza
incontenible que impulsó a la entrega, si preciso fuera, del bien
más sagrado, la vida, que se prodigaría sin vacilaciones para
sustentar un ideal que se manifiesta, afirma y proyecta en forma muy
especial en la sanción de las tres leyes fundamentales de aquel 25
de agosto”.
LAS LEYES FUNDAMENTALES
“Según referencia también Barrios
Pintos -continuó Umpiérrez-, después de las siete de la noche en
el humilde rancho de Basilio Fernández, la Honorable Sala de
Representantes comienza a sesionar, iniciando su trabajo con la
lectura de la Declaración de la Independencia, cuyo texto proclamó
la intención de ser libres. La Ley de Independencia consagra la
libertad y la independencia de la Provincia Oriental del rey de
Portugal, del emperador de Brasil y de cualquier otro del universo,
reasumiendo de esta forma la plenitud de sus derechos y declarando
'írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre todos los
actos de incorporación, reconocimiento, aclamaciones y juramentos
arrancados a los pueblos de la Provincia Oriental por la violencia de
la fuerza unida a la perfidia'”.
“La segunda ley fundamental dictada
el 25 de agosto es la que declara que la Provincia Oriental quedaba
unida al territorio que integraban las demás provincias del Río de
la Plata, por ser la libre y espontánea voluntad de los pueblos que
la componen, manifestada en testimonios irrefragables y esfuerzos
heroicos. La tercera ley de aquel memorable 25 estableció el
pabellón provisorio de la Provincia Oriental, que debía señalar su
ejército y flamear en los pueblos de su territorio, hasta tanto que
incorporados los diputados de esta provincia a la soberanía
nacional, se enarbolara el de las Provincias Unidas del Río de la
Plata. Son estas tres leyes, emanadas de la Sala de la Florida, la
que según señala Pivel Devoto recogieron del lodo la soberanía
usurpada, siendo en esta reasunción de la libertad, que ha de verse
el cuantioso legado del 25 de agosto de 1825, y es esa fuerza de
voluntad expresada aquel 25 la misma que alentó al brazo que empuñó
nuevamente la espada contra las cadenas de la dominación, la que en
tiempos menos belicosos, tomó el arado que abrió el vientre de la
tierra para cultivar en ella la simiente generosa del progreso, y la
que serenó el espíritu guerrero e ilustró a la pluma que
universalizó el conocimiento para abatir los males de la ignorancia
y hacernos verdaderamente hombres y mujeres libres. Al comenzar estas
palabras dije sentirme honrada de estar junto a ustedes, evocando la
magna declaración en la que los orientales reafirmaron su vocación
irrenunciable a romper toda clase de tiranías. Que esa vocación de
ayer hoy nos renueve en el compromiso ético de estar a la altura de
aquellos que sin pedir nada a cambio entregaron lo mejor de sí en
pos del bien mayor que hoy nos cobija a todos por igual, y que
invocamos con el dulce nombre de Patria. Llevando en el corazón
grabados a fuego los versos inmortales del poeta Juan Zorrilla de San
Martín”:
Y siempre piensa que en tu heroico
suelo
No existe un palmo que valor no emane;
Pisas tumbas de héroes…
¡Ay! del que las profane!
(La Leyenda Patria)
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