martes, 26 de mayo de 2020

Milton Tróccoli: “Mi vocación de sacerdocio se forjó en una parroquia”

DIALOGAMOS CON EL OBISPO DE LAS DIÓCESIS DE PUNTA DEL ESTE, MALDONADO Y MINAS
Monseñor Milton Tróccoli, designado recientemente como obispo de Punta del Este, Maldonado y Minas, repasó para Primera Página aspectos de su vida y de su trabajo en la Iglesia.
En época de pandemia, la comunicación con Tróccoli se realizó mediante mensajes de correo electrónico, repasando un poco su vida, su llegada a la Iglesia luego de estar estudiando Ingeniería, hasta este presente que lo tiene encabezando este triángulo de Diócesis.
Nació en Montevideo el 3 de marzo de 1964. “Soy el único hijo de mis padres José Luis y Gloria -cuenta-, que ya han fallecido. Desde niño me vinculé a la parroquia de Belén donde hice la primera comunión y donde luego de un tiempo de estar alejado de la vida de la Iglesia regresé en 1978. Allí  estuve integrado en un grupo de jóvenes y también como catequista de adolescentes”.

ESTUDIABA PARA SER INGENIERO QUÍMICO
Su vinculación con la Iglesia también viene de sus estudios en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes, de las Hermanas Capuchinas, y del Juan XXIII de los padres salesianos. “Pero fue sobre todo en la parroquia donde se fue arraigando mi experiencia de fe y donde comencé a cuestionarme la posibilidad de ser sacerdote. Estaba cursando preparatorio de Ingeniería, con la idea de ser ingeniero químico, cuando comencé a preguntarme si Dios no me llamaba al sacerdocio. Estuve varios meses con esta pregunta, hasta que me decidí a dialogarlo con el párroco. Luego de un tiempo de diálogos y discernimiento, finalmente reconocí que ese era un llamado de Dios. Finalizado sexto año de preparatorio ingresé al Seminario Interdiocesano Cristo Rey, en Montevideo”.

JUAN PABLO II LO ORDENÓ SACERDOTE
Tróccoli comentó que allí lo recibió el entonces Padre Scarrone, hoy obispo emérito de Florida. “Estuve durante 7 años formándome intelectual y espiritualmente para el sacerdocio. Tuve la gracia de ser ordenado sacerdote por el Papa Juan Pablo II, en su segunda visita al Uruguay, junto con 12 compañeros, el 8 de mayo de 1988. Cuando fui ordenado sacerdote tenía 24 años. Mi vida sacerdotal transcurrió básicamente en Montevideo. La primera parroquia donde estuve como vicario parroquial (ayudante del párroco) fue Santa Rita, en el barrio Maroñas. A los tres años pasé a la parroquia ‘Ntra. Sra. de la Merced’, en el barrio La Comercial, y al año fui de párroco a ‘Ntra. Sra. de Pompeya’, en Piedras Blancas. Fueron años muy intensos, con varias mudanzas en poco tiempo, pero encontrándome con comunidades que tenían mucha vida e impulso pastoral. Conservo muy buenos amigos de ese tiempo”.

Continuando con la entrevista a Monseñor Milton Tróccoli, obispo de Punta del Este, Maldonado y Minas, este siguió narrando que tras ser párroco en Las Piedras estuvo dos años estudiando en Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana, con una beca proporcionada por el Pontificio Colegio Pio Latinoamericano. “Fue una experiencia que me marcó en cuanto a la dimensión universal de la Iglesia, estudiando junto a sacerdotes, religiosos/as y laicos de todo el mundo. A mi regreso estuve como formador en el Seminario Interdiocesano, a la vez que era capellán de la Iglesia de las Hnas. Esclavas del Sagrado Corazón en Pocitos. Estoy hablando del año 1996. Fueron varios años dedicados a la formación sacerdotal y a la pastoral vocacional, recorriendo las parroquias de Montevideo y de distintos puntos del país”.

NOMBRADO OBISPO AUXILIAR POR BENEDICTO XVI
Tróccoli dijo que “finalizado mi tiempo en el Seminario, en el año 2006 fui como párroco a Ntra. Sra. de la Merced y al año fui nombrado Vicario Pastoral de la Arquidiócesis y responsable de la Pastoral Vocacional. Como Vicario Pastoral me tocó visitar todas las parroquias y capillas de Montevideo, coordinando las distintas iniciativas evangelizadoras, a la vez que atendía la parroquia donde era párroco. Mi vocación al sacerdocio se forjó en una parroquia, y la vida parroquial siempre me llenó de entusiasmo y renovó constantemente mi vida sacerdotal. En noviembre del 2009 el Papa Benedicto XVI me nombró obispo auxiliar de Montevideo y allí continué hasta junio del 2018, cuando fui nombrado obispo de Maldonado - Punta del Este por el Papa Francisco”.

LA CONVENIENCIA DE LA UNIÓN DE DIÓCESIS
Al recordar el momento en que fue designado obispo de Maldonado, Punta del Este y Minas, recordó que “a mediados de febrero de este año, una tarde me llamó por teléfono el Nuncio Apostólico, que es el representante del Papa en Uruguay, y me dijo que el Santo Padre había aceptado la propuesta de unificar las diócesis de Minas y de Maldonado y que me nombraba como obispo de la nueva diócesis. Me preguntó si aceptaba. Le dije que sí y que estaba disponible a lo que el Papa pidiera. Luego me comunicó que esto sería publicado el 2 de marzo y que próximamente se fijaría la fecha de inicio de la nueva diócesis. Finalmente la fecha fue el domingo 15 de marzo”.
Referente a la conveniencia de la unión de las diócesis, comentó que “de esto se venía hablando desde el 2015, aunque es un tema que venía planteándose desde 1972, de forma discontinua. Así que, si bien no era una novedad el planteo, sí me tomó de sorpresa en el momento. En general me ha pasado en mi vida sacerdotal, tanto con los cambios de parroquias o de responsabilidades, que primero digo que sí y luego me quedo pensando: ¿cómo voy a hacer? En este caso me pasó igual, le dije que sí al Nuncio y luego que colgué el teléfono me dije: ¿y ahora cómo sigue esto? Y me puse a buscar en la Guía de la Iglesia las parroquias de la diócesis de Minas, los colegios y capillas. Mi primera idea fue que cuando asumiera como nuevo obispo iría a visitar a todas las comunidades. Así hice también cuando asumí en Maldonado y Rocha. Pero el día antes de asumir se declaró la emergencia sanitaria y cambiaron los planes. He visitado igual varias parroquias, para conocerlas y dialogar con los sacerdotes, pero la verdad me queda la pena de no poder encontrarme con todas las comunidades”.

LA MISA VIRTUAL
En tiempos de pandemia, la tradicional fiesta del Verdún se debió celebrar con una misa virtual en la Parroquia Santa Teresita. La suspensión de esta fiesta de la iglesia fue para Tróccoli “un dolor grande, porque quiero mucho el Santuario del Verdún y tenía muchas ganas de celebrar allí y de encontrarme con la gente que peregrina a la Virgen”. “El 19 de abril siempre es una fiesta. Era algo que tenía en mente desde antes de asumir. Pero, antes de Semana Santa, las autoridades sanitarias de la Intendencia de Lavalleja nos habían dicho que teníamos que tomar alguna medida, ya que tanto en esa semana como el día de la Virgen se iba a juntar mucha gente y eso era peligroso para la salud, por la pandemia. De verdad son miles los peregrinos que visitan la Virgen del Verdún, tiene mucho arraigo en buena parte del país. Así que con pena, pero sabiendo que era la decisión más responsable, decidimos cerrar el Santuario hasta nuevo aviso. Lo mismo ha pasado con el de la Virgen de Lourdes, en Francia, que nunca se había cerrado y con otros en el mundo, por la misma razón”.
Habló con los sacerdotes de Minas y llegaron a la conclusión de que “algo” había que hacer, “no podía pasar ese día sin ninguna celebración”. “También alguna gente de Minas me hizo llegar su inquietud y sus deseos que se celebrara una misa. Así que con el apoyo de la televisión local, de algunas radios y por medio de Facebook pudimos transmitir la misa desde la Parroquia ‘Santa Teresita’, pidiendo por las intenciones de todos los peregrinos. Fue muy reconfortante recibir luego muchos mensajes de agradecimiento por la celebración. Aunque me queda el deseo profundo de encontrarme con la gente y de volver a ver a los peregrinos que, con fe y esperanza, suben para agradecer o para presentarle sus peticiones y su dolor a la Virgen. Es muy emocionante ver a tantas personas que, de diferentes maneras y cada cual a su estilo, expresan su amor y su confianza en la Virgen María”.

SUS RECUERDOS EN VERDÚN
En la homilía realizada ese día, el obispo mencionó que varias veces había estado en Verdún, y que había firmado para decretar el Santuario Nacional en Verdún. Tróccoli tiene recuerdos “muy lindos” sobre el Verdún. “Cuando era seminarista (en ese momento el 19 de abril era feriado), me tomaba el ómnibus temprano y me iba para ayudar en las celebraciones y en lo que se necesitara ese día. Íbamos con Monseñor Arturo Fajardo, con quien compartimos los estudios sacerdotales. El era seminarista de la diócesis de Minas y su párroco, el P. Mambrilla, había comenzado a encargarse del Santuario y a organizar las actividades del Cerro. Así que me invitó si quería ir a ayudar y desde ese momento fui todos los años al Verdún. Recuerdo las subidas al Cerro cargados con unas grandes valijas, que llevaban todo lo necesario para la misa y los ornamentos para todos los obispos y sacerdotes que concelebraban. Nos quedábamos también mucho tiempo arriba, ayudando a la gente llegaba y a los que querían pegar sus placas de agradecimiento en el muro que rodeaba la ermita. Terminábamos el día muy cansados pero muy contentos. Después, como sacerdote, seguí yendo todas las veces que pude. Algunas veces el 19 de abril caía en Semana Santa y no era posible dejar la parroquia”.
Enfatizó que “fue fue una gran alegría a los pocos meses de ser ordenado obispo, cuando en la reunión anual de la Conferencia Episcopal se votó el nombrar al Verdún como Santuario Nacional. En ese decreto puse, podemos decir, mi primera ‘firma oficial’ como obispo en un decreto. Lo sentí como un regalo de Dios. En la unión de las diócesis he visto también un llamado a trabajar por el Santuario y a seguir potenciándolo. La Virgen María desde el ‘altar rocoso de las sierras’, como dice el poeta, sigue bendiciendo a su pueblo”.

NUEVO SALÓN EN EL VERDÚN
El 19 de abril pasado se pensaba inaugurar en el Verdún un salón para realizar diversas actividades, pero el aontecimiento debió postergarse por obvias razones. Según el obispo, se trata de “una obra que comenzó Monseñor Jaime Fuentes. Él hizo mucho por embellecer el Santuario. Su idea era tener un lugar para recibir a los peregrinos, especialmente los fines de semana, cuando vienen ómnibus de distintos lugares para visitar a la Virgen. Que sea un lugar donde los puedan atender, que se sientan recibidos, donde puedan conocer la historia del Santuario, ver algún video didáctico, tener un espacio donde sentarse a almorzar o a descansar luego de la subida. Está acondicionado con mesas, sillas, baños, dos salas para pequeñas reuniones o para dialogar con un sacerdote. O sea, como hay en muchos santuarios del mundo, una ‘Casa para el peregrino’".

LA PANDEMIA, EL CORONAVIRUS
En la extensa charla mantenida, lógicamente se tocó el tema de la pandemia. Para Tróccoli, “esto es una tragedia”. “Creo que nos hace tomar conciencia de hasta que punto estamos globalizados. Un virus que apareció en China, para nosotros, al otro lado del mundo, nos golpea, con todas sus consecuencias. Desestabiliza los sistemas de salud y la economía del todo el mundo. Como sociedad estábamos muy centrados en producir y consumir y esto nos ha hecho valorar otras cosas. El valor de encontrarnos, de un abrazo, de un apretón de manos. Y tantas cosas que dábamos por hecho”.

EL ROL DE LA IGLESIA: ESPERANZA Y SOLIDARIDAD
Sobre este tema, continuó diciendo que “como Iglesia, por un lado, no podíamos estar al margen de lo que vive el país y del llamado al cuidado y al aislamiento social. Por eso suspendimos las celebraciones con presencia física de fieles, incluso en Semana Santa. Sin duda esta situación también ha tocado nuestra forma de vivir la pertenencia y la forma de entrar en contacto con los fieles. Se han multiplicado las celebraciones, predicaciones, retiros y momentos de oración por las redes sociales y se busca mantener el vínculo en las comunidades. Por otro lado las parroquias y capillas han redoblado la solidaridad, buscando ayudar con alimentos o con un plato de comida caliente a un número más grande de gente. En todas las parroquias se ayuda con ropa y alimentos no perecederos a las familias necesitadas, pero esta situación aumentó el número de las personas sin trabajo o en seguro de paro y eso ha motivado a las comunidades para ayudar a más gente.
Creo que el rol de la Iglesia en este momento se puede resumir en dos palabras: esperanza y solidaridad. Los creyentes tenemos que comunicar esperanza, la esperanza que nos da Jesús Resucitado y colaborar para sostener a tantos que están deprimidos y angustiados. Por otro lado esto nos tiene que mover también a la solidaridad con quienes lo están pasando mal”.

EL DÍA DESPUÉS
¿Cómo se imagina el día después, para la Iglesia, una vez que pase la pandemia? Para Tróccoli, “el ‘día después’ va a ser distinto para toda la sociedad. De hecho hasta que no haya una vacuna tendremos que convivir con el virus y seguir con los cuidados. Nos va a llevar tiempo salir de esto. Al comienzo pensamos que eran unos días o unas semanas, pero cada vez vemos más claro que esto será largo y con subidas y bajadas. Para la Iglesia sin duda que también van a cambiar cosas. Esto afecta desde el modo de celebrar hasta la planificación pastoral. Van a haber cambios, todavía no puedo ponerles nombre porque esto es reciente. Pero creo que va a cambiar nuestro modo de ser comunidad, de emprender actividades, de celebrar y el modo de acompañar la comunidad como pastores”.

LA DIÓCESIS DE MINAS
¿Cómo está catalogada la Diócesis de Minas a nivel país, y qué cosas hay para mejorar? Para el obispo, “la diócesis de Minas, desde su creación, siempre ha tenido identidad, vocaciones, una vida pastoral intensa y con mucha pertenencia”. “Espero que todo esto siga adelante. Algo que la ha afectado es que se fue despoblando y esto, en parte, ha motivado la unión. Tengo pendiente el encuentro con las comunidades, esto hace que no me atreva a decir todavía qué es lo que hay que mejorar. Quiero escuchar a la gente, saber cómo están, que están viviendo en sus comunidades y luego ver juntos hacia donde caminar. Ahora la gran tarea es ir concretando en la vida (no solo en los documentos), la unión de las diócesis. Esto implica conocernos, compartir historia, búsquedas y expectativas, para lograr una mística común. Cuando asumí la diócesis hablaba en la homilía de una Iglesia Sinodal, caminar juntos, una Iglesia en salida, como le gusta decir al Papa Francisco, una Iglesia que sale al encuentro y es portadora de la cultura del encuentro y una Iglesia con el espíritu del Buen Samaritano, es decir, que se acerca al que está herido al borde del camino, sin preguntar y sin prejuicios, para ayudar. Con algunos hemos hablado la posibilidad de un Sínodo diocesano, como posibilidad de un discernimiento en común que nos permita visualizar algunas metas pastorales para alcanzar juntos. Pero por ahora son ideas, lo primero es conocer y conocernos”.

ESTADO DE LAS IGLESIAS DE MINAS
Al finalizar la entrevista, lo consultamos sobre el estado de las Iglesias de Minas desde el punto de vista edilicio y de materiales para llevar adelante la tarea, sobre lo que indicó que “algunas están bien, otras, sobre todo capillas, necesitan arreglos importantes. En la actual situación económica es difícil pensar en grandes obras. Habrá que ir viendo sobre la marcha”.

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