miércoles, 27 de marzo de 2013

Aníbal Paz


por Héctor Vernengo 
Murió Aníbal Paz, un gran golero y un gran señor. Fue  mi ídolo en el arco tricolor, en el período de mayor gloria de Nacional. Había llegado de Bella Vista, medio sorpresivamente, cuando Nacional casi contrata a Graneros, que jugaba en Central. Y fue por años el golero de los grandes triunfos tricolores, él dando seguridad atrás, y Atilio García haciendo todos los goles que fueran necesarios. Estuvo la tarde en que Nacional le hiciera 10 goles a Peñarol, cuando en la reserva Urruzmendi viejo, el duraznense, le hiciera 4 goles; para rematar después el primero haciendo 6 goles. Y estuvo también en la tarde empalagosa, cuando Atilio  hiciera cuatro goles al rival de todos los tiempos. En aquella época -vean la fotos- los goleros, casi todos, jugaban con rodilleras; pero era una regla inalterable, en los partidos difíciles siempre Aníbal Paz aparecía sin ellas. Tuvo que enfrentar, y sufrirlo, al Peñarol del 49, un equipo como el del Barcelona, con la delantera más espectacular que yo recuerde, donde -salvo Vidal, el puntero izquierdo-, los demás quizás eran los mejores en el mundo en su puesto. Y a ese Peñarol formidable, Nacional le ganó el campeonato del 50, de la mano de aquel otro fenómeno, Reinaldo Martino, ya casi en su ocaso, con El Canario Paz en el arco. Integró la inolvidable selección de Maracaná y fue el golero contra Suecia en San Pablo. Seguro al salir, se tiraba a los pies del atacante a cara descubierta, no con los pies, arriesgándolo todo. Seguro de arriba para salir a ganar en los centros al área. Funcionario de UTE, simultáneo con su accionar deportivo, formó una familia ejemplar, y hasta hace pocos años mostraba una estampa envidiable. En los últimos años vivió una enfermedad muy dolorosa que lo hizo desparecer del ámbito público. Yo, bolsillludo totalmente confeso, me inclino ante el recuerdo de quien me brindara tantas alegrías. Y fuera un ejemplo, dentro y fuera de las canchas.

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