martes, 22 de marzo de 2016

Se fue un gran escritor, Tomás de Mattos

Falleció ayer 21 de marzo, el gran escritor Tomás de Mattos. Aunque nacido en Montevideo, en 1947, era considerado un escritor tacuaremboense, porque en esa ciudad se desarrolló su vida, junto a otros grandes de las letras como Washington Benavides, Mario Benedetti, Víctor Cuhna, Carlos Benavides, Circe Maia y otros.

LIBROS, LIBROS

Empezó publicando en el semanario Marcha, a mediados de la década de 1960. Dos de esos textos fueron incluidos por Ángel Rama en “Cien años de raros” (1966). Nueve años después publicó “Libros y perros” (1975), en el que puso de manifiesto sus excepcionales aptitudes como narrador. A principios de los ’80 publicó “Trampas de barro” (Premio Hermes de Correo de los Viernes, 1981), en el que reunió algunos de sus mejores cuentos como “La trampa de barro” y “Padres del pueblo”. En 1984, publica “La gran sequía”, donde expresó sus inquietudes religiosas. Sería con la novela histórica “¡Bernabé! ¡Bernabé!” (1988) donde consigue una consagración masiva, de crítica y de ventas, basada en los hechos de Salsipuedes y el exterminio (o genocidio) indígena llevado a cabo por Bernabé Rivera. Volvió a publicar en 1996 “La fragata de las máscaras”, una interesante e intensa mirada sobre la sublevación de esclavos en la que se basó Herman Melville para escribir “Benito Cereno”. En 1998 publica la novela “A la sombra del paraíso”, y en el 2001 “Ni dios permita” (2001). Será en el 2002 con la publicación de la novela “A la puerta de la Misericordia”, donde sorprende con la historia de Jesucristo como protagonista, en un libro de unas mil páginas.
Las siguientes publicaciones de de Mattos serían dos novelas de largo aliento, basadas en la biografía de José Pedro Varela, “El hombre de marzo - La búsqueda”, en el 2010 el primer tomo, y “El hombre de marzo - El encuentro” en el 2013, el segundo tomo.
En el 2014 publica la novela “Don Candinho o las doce orejas”, donde vuelve a la ficción, muestra a un de Mattos con la creatividad y la libertad de intercalar en el vertiginoso devenir de los hechos dentro de un complejo entramado de contradicciones y de sutilezas en los vínculos de los personajes con su destino, en su relación con los demás y con la noción del deber, sin dejar de cuestionar los alcances éticos, que ya habían quedado como una marca en sus anteriores novelas “A la sombra del paraíso”, y “Ni dios permita” o los cuentos de “Libros y perros” y “Trampas de barro”.
Obtuvo premios del Ministerio de Educación y Cultura, la Intendencia Municipal de Montevideo, el Bartolomé Hidalgo, el Morosoli y el Fraternidad. Colaboró en Cuadernos de Marcha, Brecha y el Cultural de El País, y fue columnista de la revista Caras y Caretas. Fue miembro de número de la Academia Nacional de Letras y también Director de la Biblioteca Nacional entre 2005 y 2010.

Estuvo varias veces en Minas presentando sus libros, y recibió en 1997 la Medalla de Plata Morosoli, de la Fundación Lolita Rubial.

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