lunes, 25 de julio de 2016

Si habrá historias en los 25 años de Veterinaria La Sierra

Veterinaria La Sierra (Sarandí 556, casi 18 de Julio) cumple 25 años, y Primera Página conversó con su propietario, el doctor veterinario Pablo Mazzoni Morosoli, quien recordó que los 25 años se cumplieron el 1º de julio. “Fue un proyecto que comenzó con un compañero de Facultad de Veterinaria, Alex Robaina, con el que nos recibimos juntos, era de Aiguá, y estuvo un año acá. Era funcionario del Palacio Legislativo y se le hacía difícil, y al año quedé solo. Igual lo llamo cada 1º de julio por la veterinaria, y cada 5 de febrero porque fue el día que nos recibimos”.

Estos 25 años son tiempos de muchas transformaciones, en lo que es avances y prioridades en la medicina veterinaria.

El avance que ha tenido la medicina veterinaria en pequeños animales, o de compañía, es de un 500% en los últimos 10 años. El mundo se despertó al haber descubierto un mercado importantísimo, y que las mascotas no eran aquellas que estaban atadas en el fondo y se soltaban de noche para que hicieran un servicio 222 de vigilancia, pasaron a ser “parte de”, en una sociedad muy cambiante, y que muchas veces se encuentra muy sola, la interrelación humana se hace difícil, y los animales van ocupando un rol muy importante en estos últimos 15 años. Antes, ¿quién iba a pensar en ecografías, tomografías, resonancia magnética y otra cantidad de cosas a animales? Hoy son una realidad en Uruguay.

Las mascotas son parte de la familia…

Sí, sí, y hay mayor conciencia. Hay una Ley de Tenencia Responsable del 2009, que se terminó de reglamentar en el 2014, y que debería estar en funcionamiento, pero no lo está. Es una ley muy completa, porque lo que había antes atendía más la parte de zoonosis e hidatidosis, y se creaban algunas leyes salteadas y esparcidas que hacían referencia a la convivencia con animales domésticos, pequeños, o mascotas, pero no había nada tan firme y concreto como esta Ley de Tenencia Responsable. Está legislado, reglamentado, pero como todas las cosas del estado -no solo de este gobierno, sino de anteriores-, no se las dota de recursos humanos y económicos. Ya debería estar instalada en cada departamento una Comisión Honoraria de Bienestar Animal, lo reclamé desde la Junta hace unas semanas.

¿Hace 25 años, el encare de la veterinaria La Sierra fue distinto a lo que es hoy?

Por supuesto. Pensamos en el sector agropecuario, Robaina tenía una clara inclinación a la atención de vacunos y lanares, pero eran momentos de bajos precios en las haciendas, el uso del veterinario no era tan responsable como lo es hoy, no había tanto trámite, certificación e inspección, para garantizar sanidad y calidad. Y vimos que teníamos que pensar en otras opciones, y se empezó a dar la atención de las mascotas. No fuimos pioneros, hubo dos experiencias anteriores en mutualismo de pequeños animales, que fueron cortas, la nuestra se transformó en una larga experiencia.

Instalar el servicio mutual para animales, ¿fue complicado?

Sí, fue complicado llegarle a la gente, que entendiera que podía hacer lo mismo que la medicina privada en humanos, que pagando una cuota tenía derecho a determinadas cosas, y fuimos entrando en el mercado. Hoy hay varias clínicas veterinarias en Minas con este sistema, y mercado hay porque seguimos creciendo.

Ustedes ofrecen una variedad de servicios.

Nuestro servicio principal es la atención clínica las 24 horas los 365 días del año, cubriendo toda urgencia y emergencia. Tenemos servicios de cirugía -salvo las altamente especializadas que son derivadas a Montevideo por convenio que tenemos con especialistas o a la Facultad de Veterinaria-, tenemos servicio de internación de mascotas, y un servicio de peluquería y baños. No hemos querido incorporar imagenología -ecografía y radiografía- porque ya hay dos colegas que tiene esos equipos en Minas, y nos parece que el mercado no amerita una inversión tan alta cuando no hay retorno. Tenemos convenios y muy buena relación con esos colegas que sí los tienen, y derivamos a ellos y cubrimos ese servicio. Hay un incipiente inicio de un laboratorio, pero tenemos convenio para exámenes en Montevideo con laboratorios veterinarios y la Facultad de Veterinaria.

También tienen venta de comida y accesorios para mascotas.

Sí, no sé si se le puede llamar pet-shop, pero sí hay de todo, desde alimentación, juguetes, capas, camas, un montón de accesorios que el público pide.

¿Cuánta gente trabaja en la Veterinaria Las Sierras?

Somos cinco personas. Me incluyo aunque trabajo poco, más que nada hago cirugía. Hay dos estudiantes avanzadas de veterinaria que le quedan un par de exámenes para recibirse, Eugenia Olazábal Álvarez y mi hija Clara Mazzoni Bentos. Ellas le han dado una nueva y gran pujanza a la veterinaria, lo perciben cuando entran a la veterinaria, mayor orden, más mercadería, más buen gusto, mejor presentado todo, yo no lo tenía así. Se va con el paso del tiempo sufriendo un desgaste importante, se siente el cansancio y bueno, hay que dar paso a la savia nueva. La recepción del público demuestra una gran aceptación por estas casi nuevas profesionales, y yo en la dirección técnica estoy todos los días, hay experiencia y estoy trabajando. No llevo una estadística técnica, pero sí lo veo, que la sobrevida de nuestros pacientes que ingresan con patologías es bastante mayor que cuando estaba solo. Ellas introducen nuevas tecnologías, están en todo, y a veces uno no tiene tanto tiempo para aggiornarse, aunque hacemos reuniones bimensuales con otros colegas para hacer actualizaciones concretas. El trabajo de ellas me llena de orgullo y me da la certeza de que puedo ir retirándome despacito, para cuando cumpla 30 años la veterinaria, y ya tenga mis 60 años, y a los 30 años de aportes pase a la clase pasiva.

Por los 25 años, se están haciendo sorteos.

Sí, los martes de julio se sortean entre los socios de la mutualista productos de uso de los animales. Y vamos a realizar un pequeño brindis con los comerciantes del barrio, porque el 1º de julio de 1991, en esta cuadra había muy pocos comercios. Invité al panadero Rodríguez, el padre del Chulo, a Artigas Ramírez padre, al Yoyo Somma que tenía la farmacia en la esquina, invité a los dos colegas más viejos en ese momento, que eran Aldo Pérez Riera y Ismael Alzugaray. Vamos a reeditar ese brindis, invitando a los comercios del barrio que hay hoy, lamentablemente todos los que nombré a excepción de Alzugaray son fallecidos. Vamos a hacer algo para festejar.

Cambiando de tema. Hay mucho perro, mucho gato en situación de calle ¿No se puede controlar más?

En Uruguay se estima por la Comisión de Zoonosis que hay 1.400.000 perros y por ahí unos 600.000 gatos -no hay controles de los gatos-, es una masa importante de animales. Ese número, llevado a la mitad, es igual un alto número de consumidores de raciones modernas, ya no las sobras de la casa, y eso es llevado a lo que es el mercado de estas raciones, es una industria que realmente mueve mucho dinero, y por otro lado en medicina, y otros rubros como paseadores de perros, los accesorios, generan trabajo y un movimiento económico muy importantes. Y el que no piensa mucho en la importancia de todo ese movimiento es el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Tabaré Aguerre, porque la Comisión Nacional de Bienestar Animal pasó de la órbita del Ministerio de Educación y Cultura al MGAP, lo que me parece una buena medida. Lo que no estoy de acuerdo es que nuestro ministro, lo primero que dijo es que a él ‘le vale más una oveja que un perro’. Esto demuestra que le falta información de lo que es el mercado, y demuestra la formación como ingeniero agrónomo, que no la discuto, pero es una formación hacia lo productivo, que no es lo mismo que la parte sentimental que implican las mascotas. Esas primeras expresiones del ministro me preocuparon, porque si ese ministerio tiene que dotar de recursos humanos y económicos a la Comisión Honoraria de Bienestar Animal para que funcione, va a ser difícil si no presionamos, en el buen sentido de la palabra, desde la Sociedad de Medicina Veterinaria y las sociedades protectoras de animales.

Si habrá historias a lo largo de estos 25 años...

Muchas, pero algunas como la de la iguana de Guillermo (García Huerta) son inolvidables. Cayó con un bicho parado en el hombro, y decíamos “¿qué miércoles es, un lagarto?” Era una iguana, Guille había notado que se le había hinchado su abdomen de forma desproporcionada, no tenía la más mínima idea de lo que tenía, le revisé y sin esa más mínima idea se fue para atrás, y días después me llegó la noticia que había desovado más de 20 huevos. Con José de los Santos también tuvimos una historia, trajo una gata, la castramos y siempre dejo aparte los ovarios y se los muestro al propietario, certificando que hice mi trabajo como correspondía, pero esta gata cada 3 o 4 meses hace ciclo parecidos al celo, pero no queda preñada, pero lo que José quería sacarse de arriba eran el escándalo de los gatos en celo, y no se los pudo sacar. Pasa esto porque en la cirugía queda un muñón ovárico, que pueden producir celo pero no quedan preñadas, o quistes en los cuernos uterinos que produce hormonas para que entre en celo, me ha pasado en gatas y perras. Otro que nos sorprendía siempre era un ciudadano alemán, que vino de Ecuador y se instaló en Minas, y trajo una cantidad de monos chiquitos, y trajo a la veterinaria una monita que se llamaba Anita. Fue una experiencia novedosa y difícil, porque metía mano y diente, y era imposible mantenerla quieta, medicarla de forma oral no aceptaba, y había que darle inyectables. Teníamos cada guerras con Anita, éramos el alemán y un lote agarrando de cada pata a Anita, y más de un mordiscón nos llevamos. Si habrá historias en 25 años. 

0 comentarios :

Publicar un comentario