miércoles, 6 de julio de 2016

Olegario Villalba, un merecido homenaje

En la última sesión de la Junta, se aprobó la propuesta realizada por el edil Pablo Mazzoni -Marcha Frenteamplista, Frente Amplio- de acompañar la iniciativa del diputado Dari Mendiondo para denominar “Maestro Olegario Villalba” a la Escuela Nº 97 de Villa Serrana, y pidió que se eleve al legislador autor de la propuesta, al Ministerio de Educación y Cultura, a Enseñanza Primaria, al Parlamento Nacional -Presidencia de Diputados y Senadores- y “solicitar a nuestro ejecutivo comunal acompañar dicha iniciativa de ser aprobada en esta sesión”. Se aprobó por 20 votos en 27 ediles.

MAESTRO

El diputado Dari Mendiondo, en la Cámara de Diputados, recordó al maestro, artista plástico y hombre de la cultura Olegario “Teté” Villalba, (Minas, 5 de noviembre de 1922 – Montevideo 20 de agosto del 2001). Expresó que “la escuela pública tiene en la nómina de sus educadores al maestro Olegario Villalba, quien para sus amigos de Minas, era simplemente Teté. Este hombre por sus vínculos laborales y culturales trascendió en el tiempo, y nos acerca a lo más importante de la historia: la memoria. No hay memoria sin historia, y no hay historia sin memoria. Teté es recordado por los aportes que hizo a la enseñanza, así como por su trayectoria magisterial, y sus convicciones democráticas, por las cuales fue duramente perseguido en los años de dictadura”.

PINTOR

Villalba encontró en el Taller “Joaquín Torres García” de “Amigos del Arte” el lugar propicio donde canalizar su sensibilidad por la pintura. A partir de 1946 sus creaciones fueron premiadas en importantes concursos. Entre 1948 y 1992 sus obras participaron de las más variadas exposiciones, tanto en Uruguay como en el exterior. Desde 1980, las obras de Villalba figuran en colecciones en Nueva Zelanda, Estados Unidos e Italia, entre otros. Participó en 1980 en la exposición colectiva “Hijos y Padres en el Arte”, organizada por OEA Montevideo. En 1982 participó en el Anuario Latinoamericano de Artes Plásticas editado en Buenos Aires.
Entre sus premios, obtuvo el Banco Uruguayo en 1946 por su obra “Paisaje Mariscala”, y, ese mismo año, el Premio Onda, por “Naturaleza”. En 1947 obtuvo el primer y el tercer premio en concurso convocado por el Liceo Departamental de Lavalleja. En 1979 el Premio Banco República y en 1982 fue reconocido con Mención Honorífica por su obra “Otoñal”, en el IV Salón del Interior de Rocha, por citar solo algunos reconocimientos a sus obras.

FAMILIA

Villalba se casó con Blanca Quintero, “su compañera de ruta, la persona que lo apuntaló en todo momento, fundamentalmente en los más difíciles”. El matrimonio Villalba-Quintero tuvo tres hijos: Armando -artesano industrial-, Miguel -pintor, plástico- y Alejandro -arquitecto-.

MAESTRO

Se graduó como maestro en 1945, casi al final de la Segunda Guerra Mundial; abrazó la vocación docente, asumiendo con encomiable dedicación el compromiso de formar a las nuevas generaciones. En marzo de 1944 comienza su magisterio en la escuela de Rincón de Mariscala, entre 1947 y 1948 asume un interinato en la Escuela de Práctica Nº 1 José Gervasio Artigas, y en marzo de 1949 ejerce en la Escuela de Batlle y Ordóñez-Nico Pérez. A principios de 1950 llega a la Escuela de Villa Serrana, y en marzo de 1951 asume en la Escuela Rural Nº 50 en paraje de El Plata, en la cual estuvo 15 años. A ella concurrieron sus tres hijos y en ella su esposa brindó clases de manualidades y trabajó como modista. Villalba también fomentó en esta escuela -que llegó a contar con su propia granja- la práctica del deporte, como recreación y contribuyendo al desarrollo integral de sus alumnos, e impulsó la creación del periódico escolar “El Hornero”.
En 1963, ingresó, concursó a Secundaria como profesor de Dibujo, ejerciendo la actividad en el Instituto Eduardo Fabini.

DESTITUIDO

Lamentablemente en 1976 fue destituido por la dictadura cívico-militar instalada en el país. Pero Villalba encontró refugio en el arte, impartiendo clases de dibujo y pintura, y realizando una exposición individual en Minas. Restablecida la democracia, se jubiló y se radicó en Montevideo, donde continuó pintando. Al momento de su fallecimiento, Villalba ya formaba parte del selecto grupo de grandes pintores nacionales, dejando, además, una huella imperecedera en varias generaciones a las que formó desde la causa abrazada con la vocación más pura.
En definitiva, nadie podrá ‘destituir’ aquellos gratos recuerdos generados por un maestro humanitario, que trascendió ampliamente la letra fría de cualquier programa de estudios, inculcando en sus alumnos valores positivos que contribuyeron a su desarrollo como seres humanos.
Cabe reflexionar si en nuestro medio, su actuación ha sido valorada en su justa medida o si, por el contrario, ha ocurrido como con tantos otros hombres y mujeres que, habiendo nacido aquí, no llegaron a ser profetas en su propia tierra”, expresa una nota de Semanario Arequita.

Primera Página agradece el invalorable aporte de Semanario Arequita, para recordar a Olegario Villalba.

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