Había una vez … una niña, Melina
Jarriz San Martín, que nació en Minas, el 6 de julio de 1999, y que
hoy a los 16 años, recién llegada de Europa, recuerda que a los 6
años tenía una amiga que iba a ballet, “y todo empezó como un
juego, le dije a mamá que quería ir, probé y me encantó el
ballet, y hoy amo el ballet. Mi primer maestro fue Hebert Loza, con
mucha disciplina, coordinación, tiempo, fue mi maestro, éramos un
montón, nos exigía, y ahora me doy cuenta que tenía razón, y eso
se lo agradezco siempre, porque si no fuera por él y su disciplina
no sé si estaría así de metida con el ballet”.
Con 15 años se fue a Europa, y otra
vez una amiga de la familia “nos contó que venía una chica de
Alemania para acá, luego invitamos a una chica de Dinamarca por 6
meses, y me emocionó la idea de ir. Me informé como eran estos
intercambios, y le propuse a mis padres irme a Europa sola.
Investigamos mucho, había mucho miedo, para mi padre era una locura
con 15 años irme sola, pero mi madre me apoyaba. Entre los países
con intercambio elegí Holanda, no sé por qué, pero dije 'quiero ir
a Holanda', me atrajo e investigué sobre el ballet que se hacía,
hay un buen nivel. Me fui el 8 de agosto de 2014 y volví el 4 de
julio. Viví en Maarssen, una ciudad de la provincia de Utrecht”,
contó Melina.
BAILAR Y VIAJAR
En Holanda hizo ballet y stretch dance:
“logré muchas cosas, me entrené mucho, la exigencia es muy alta,
lo genera también el profesor por la manera de enseñar y de
bailar”, dijo Melina.
Desde Holanda viajó a Alemania,
República Checa, Francia, España, Bélgica y México, “una
experiencia hermosa, única”.
Melina tiene una sonrisa permanente,
pero recuerda que también hubo tristeza. “Es que todo es muy lindo
ahora que lo cuento, pero no fue fácil, se extraña mucho. Los
primeros cuatro meses fueron duros, no conocía el idioma, y era muy
frustrante, tenía base de inglés y allá no es nada, porque todos
hablan inglés. Es difícil hacer amigos, nada que ver a Uruguay, son
más fríos, cuesta relacionarse, pero hice una amiga, el idioma es
una barrera. Después entré en el ritmo y me acostumbré, siempre
con algunos momentos en que te viene eso de extrañar. Pero valió la
pena, estuvo muy bueno. Se lo recomiendo a todo el mundo, y yo lo
haría otra vez”.
NO TENGO PLAN B
Al regreso, volvió al Liceo San José.
“Había dejado las notas congeladas, ahora continué con otro
grupo, estoy haciendo tercer año. Mis padres me consiguieron desde
acá una academia de ballet en Punta del Este, donde voy los martes,
jueves y sábados. Cuesta con el liceo, pero voy a seguir y seguir,
la idea es audicionar el año que viene para entrar a la Escuela del
SODRE, es un sueño, este año no me animé a presentarme, pero el
año que viene me voy a preparar y voy a presentarme. Ojalá entre.
Mi futuro es el ballet por ahora, no tengo un plan B”.
A bailar, entonces.
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