martes, 23 de agosto de 2016

Fornaro: “Cuando escribes sobre colectividades, hay que investigar mucho para no cometer errores”

Milton Fornaro presentó el viernes su último libro, “La madriguera”. La presentación estuvo a cargo del escritor y periodista Fernando Butazzoni, organizada por Amigos del Arte, y se llevó a cabo en Don Mario, un espacio diferente que abrió hace pocos días en Minas, y que marca con estas actividades un perfil cultural, muy necesario en Minas.
Con un atraso de más de media hora, llegaron Fornaro y Butazzoni a Don Mario, por lo que la conferencia de prensa fue breve. Lo que sigue es parte de esa entrevista.

Presentando un nuevo libro en Minas. ¿Qué significa?
Significa volver a los orígenes, al lugar donde nací, el lugar donde empecé a escribir. Minas me ha servido muchísimo de experiencia. Las cosas que ocurrían en Minas me sirvieron y hasta el día de hoy las sigo aprovechando.

Sabemos que es una novela que tiene 554 páginas, y que le dio bastante trabajo, sobre todo por la investigación, que es una novela policial, pero aún no mucho más. ¿Qué nos puede decir?
Es una novela que estuve más o menos ocho años trabajando, cuatro años, casi cinco investigando, y llegó el tiempo de la escritura. Lleva una investigación muy profunda porque trata el tema de los judíos en Europa Central en la Segunda Guerra Mundial y previo a ella, en los años ’30, en Alemania y en Polonia. Entonces tuve que informarme muchísimo sobre costumbres, ritos, comidas, actividades judías que yo no conocía. A la vez tuve que aprender muchísimo sobre los campos de concentración, cómo era el sistema, cómo era el régimen nazi, las categorías, los distintos regimientos. Hay una cantidad de información que uno la tiene que tener para sentirse seguro y que no utilicé en la novela, pero era necesario que yo la supiera. Una cantidad de datos que están, otros que no están, pero que para mí era importante conocer.

¿Y los personajes?
El personaje central es un judío traidor a su raza, colaboracionista en el campo de concentración, que se salva y que termina viviendo en el Uruguay, y hay un detective uruguayo que investiga. Comienza la historia en el sótano del edificio Durazno cuando descubren unos huesos humanos. Cuando averiguan, se dan cuenta que esos huesos tienen 50 y pico de años. Se pensaba que podían ser huesos de víctimas de la última dictadura pero no, son más viejos todavía, y ahí empieza la historia, a rastrear de quiénes son esos huesos y cómo estuvieron enterrados durante tanto tiempo y nadie se enteró.

¿Encuentras placer en la investigación?
Lo que ocurre es que cuando escribes sobre colectividades que se conoce poco, hay que investigar mucho para no cometer errores. Al investigar, una cosa trae a la otra. Por ejemplo, para entender todo lo que sucedió con la persecución a los judíos, que no fue solamente en la Segunda Guerra Mundial, te remontas al Siglo I cuando el emperador Claudio los echó de Roma por primera vez. No es únicamente la Segunda Guerra Mundial, hay que entender lo que sufrió el pueblo judío a través de los años y esa es una tarea de nunca acabar. La novela la terminé hace dos años, y sigo leyendo cosas sobre el período nazi, como las Leyes de Núremberg porque me sigue interesando. Da mucho trabajo entusiasmar al lector, engancharlo, y si uno comete un error y el lector lo detecta, se pierde la magia. Entonces hay que ser muy cuidadoso para que la magia no se pierda.

¿Cómo está el Milton Fornaro de los cuentos?

En estos momentos estoy escribiendo un volumen de cuentos que supongo terminaré para fin de año. Desde que terminé la novela empecé con cuentos y ya tengo unos 15 cuentos que espero publicar el año que viene.

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